LA GESTION DEL AGUA POTABLE

Gestionar la producción de agua para cualquier comunidad es una tarea de singular impacto en el bienestar de los ciudadanos que la integran,

  • por constituir su primer alimento, y por tanto base de su propia salud,
  • por su directa relación con los niveles públicos de salubridad y aseo urbano,
  • por su contribución a generar espacios urbanos de encuentro y de recreo, y
  • por su especial incidencia en la seguridad de bienes y personas.

 

La gestión por GESTAGUA, de la nueva  Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP) asegura la aportación de las mejores tecnológicas y su profesionalidad para garantizar, de una forma sostenible:

  • El tratamiento del agua bruta disponible, mediante los procesos más eficaces y adaptados a la infraestructura gestionada, hasta la obtención estable y programada de agua potable de una calidad establecida y controlada, en cantidad suficiente para satisfacer la demanda instantánea, servida en los depósitos reguladores más convenientes para su ulterior distribución
  • La constante y eficaz conservación de todos los elementos de la ETAP, sean obras civiles, auxiliares o equipamientos, capaz de mantener o mejorar los estándares de rendimiento de la misma, primando siempre las acciones preventivas (y por tanto, programadas) sobre las correctivas
  • Un control exhaustivo y continuo de la calidad de todos los trabajos de la planta (capaz de optimizar su rendimiento) pero sobre todo de su producto final, el agua potable (básica para la percepción global de la calidad del servicio), y
  • una capacidad de reacción inmediata, mediante procedimientos conocidos y estables, ante cualquier emergencia relacionada con dicha calidad, con el funcionamiento de la ETAP o con los productos utilizados en ella.

LA DEPURACIÓN DEL AGUA RESIDUAL

Lugo es una ciudad cuya ubicación, sobre el promontorio natural que domina la confluencia de los ríos Miño y Fervedoira, le ha permitido disfrutar de un entorno de gran riqueza natural  desde sus orígenes.

No obstante, el fuerte desarrollo que experimentó la ciudad en la segunda mitad del siglo XX, ligado al florecimiento del sector alimenticio, y acompañado por el consiguiente desarrollo urbano, provocó que a comienzos de la década de los noventa, Lugo viviese una delicada situación medioambiental, marcada por la fuerte degradación de su entorno fluvial.

El déficit que presentaba la ciudad en infraestructuras de saneamiento, unido al incipiente crecimiento urbano de la misma, y a la aparición de unos objetivos de calidad cada vez más rigurosos en la legislación vigente (Directiva 91/271/CEE), motivó la declaración de obra de interés general de la Mejora de Saneamiento  de Lugo (Ley 22/1997).

Como resultado de esta declaración, y con el fin de disponer las bases para la financiación y desarrollo de este plan de actuación, en diciembre de 1999 se suscribió un Protocolo General de colaboración entre el Ministerio de Medio Ambiente, la Xunta de Galicia y la Confederación Hidrográfica del Norte (actualmente Confederación Hidrográfica del Miño-Sil), en virtud del cual se acordó que la financiación correría en un 85% a cargo de la Confederación Hidrográfica del Norte, a través del Fondo de Cohesión de la Unión Europea, y el 15% restante sería aportado por Xunta de Galicia.